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Algunos artículos sobre el petróleo y la "Iniciativa Mérida"

La ‘Iniciativa Mérida’ ¿un pequeño Maclane-Ocampo?

Lorenzo Meyer

Tenía Razón. Pese a toda la evidencia que se acumuló y al informe que se presentó, pese a la lógica y al sentido común, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) decidió que el gobernador de Puebla, Mario Marín, nunca conspiró con el empresario Kamel Nacif para violar los derechos de la periodista Lydia Cacho y, en todo caso, nunca se afectaron los derechos de la autora de Los demonios del edén de manera grave. Mucho se puede y se debe decir en torno a la posición asumida por la SCJN, pero una cosa ha quedado clara: Andrés Manuel López Obrador tenía razón cuando propuso mandar al diablo al tipo de instituciones que se comportan como la SCJN. Y es que se mantiene el carácter corrupto y autoritario que adquirieron las estructuras políticas, legales, económicas o educativas bajo el priismo. Y es eso lo que está dando la tónica del actual tiempo mexicano.

A Propósito de la Deficiencia Institucional. Según The Washington Post, (18, noviembre, 2007), al examinar la llamada “Iniciativa Mérida” (IM) el Gobierno de George W. Bush descubrió un mundo de posibilidades en México: encontró que el acuerdo que le ofrece Felipe Calderón para intercambiar ayuda por cooperación para la seguridad fronteriza, puede permitir a Estados Unidos intentar una operación de ingeniería jurídica y policiaca que le permita reconstruir (revamping) el sistema legal mexicano. De la respuesta que está dando el Departamento de Estado, el Congreso y los medios norteamericanos a la propuesta mexicana, se puede deducir que el vecino del norte pretende aprovechar la coyuntura –la violencia, el narcotráfico y el desprestigio del sistema de justicia mexicano- para intervenir en el rediseño de las instituciones mexicanas y reforzar su política de seguridad.

Un Buen Precio. Es cierto que en el pasado, por lo menos a fines de 1927 y con la aceptación del Gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, la Embajada norteamericana reescribió la iniciativa de Ley petrolera para adaptarla a sus intereses (Meyer, México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero, 1917-1942, 1972, pp. 269-276). Pero fue un caso aislado y donde el daño se revirtió con la expropiación de 1938. Hasta el momento, México había insistido en mantener alejados a los Estados Unidos del diseño e intervención directa en sus procesos políticos o jurídicos. Y es que esa política es la condición mínima indispensable para lograr y mantener espacios de soberanía. Sin embargo ahora, por una ayuda de 500 millones de dólares –equivalente a sólo el 0.1 % de nuestro Producto Interno Bruto-, el Gobierno de Calderón aparece dispuesto no sólo a colaborar con Washington en asuntos de seguridad –lo que en sí mismo pudiera ser positivo- sino a permitir que el Gobierno norteamericano se introduzca legalmente en áreas estratégicas de los procesos de toma de decisiones en México. A la luz de la historia y de la lógica no es fácil explicar esta decisión, pero antes de avanzar, conviene hacer una breve síntesis de lo que se supone que es la IM.

El Paquete. En principio, los recursos que la Presidencia estadounidense a pedido a su Congreso deberán destinarse a “aumentar la capacidad de México para enfrentar amenazas internacionales, entre las que se cuentan bandas criminales y narcotraficantes que afectan la seguridad norteamericana, así como apoyar el reforzamiento de sus sistemas de justicia y programas de cumplimiento de la ley”. La IM descansa en tres “pilares estratégicos”: a) lucha contra el narcotráfico y por la seguridad fronteriza (306 millones), b) seguridad pública y aplicación de la ley (56 millones) y c) construcción institucional de la legalidad (101 millones). Las cifras anteriores no significan facilitar a México dinero contante y sonante sino equipo y entrenamiento para usar los escáner de rayos gama, dispositivos para medir densidades, aparatos para detectar contrabando de armas o personas, helicópteros, aviones ligeros, vehículos blindados o programas para mejorar el sistema de prisiones o los procesos legales. Finalmente, 37 millones los usará directamente el Gobierno norteamericano para administrar el programa y asegurarse de que todo se maneje “apropiadamente”, es decir, vigilar la forma como el Gobierno supuestamente soberano de México hace uso de los recursos que la potencia le facilitará.

La Visión Norteamericana. En Estados Unidos la IM se conoce como la “Mexico and Central America Security Cooperation Initiative”, y esta cooperación entre muy desiguales ofrecida espontáneamente por México, ha despertado entusiasmo en sus círculos gubernamentales –lo mismo entre republicanos y demócratas- así como entre sus estudiosos de la realidad mexicana. En Washington se afirma, no sin cierta sorpresa, que la IM “representa una oportunidad sin precedentes” para que Estados Unidos pueda intervenir en asuntos de seguridad al sur de su frontera como parte de la “guerra contra el terrorismo”. Para mejor resguardar su seguridad, Estados Unidos requiere que se imponga “el imperio de la ley” en México y Centroamérica y la IM puede ser un mecanismo para lograrlo.

¿Y Desde la Perspectiva Mexicana? Un dicho popular advierte contra las consecuencias de las acciones de los “idiotas con iniciativa”. Desde México, y si sólo se atiende a lo que se conoce, se podría concluir que la IM es una iniciativa inepta pues, por un plato de lentejas –500 millones de dólares apenas equivalen a un décimo de nuestro PIB-, el Gobierno está dispuesto a abrir la puerta para que legalmente Estados Unidos se introduzca en temas cuyo manejo ha sido y debería seguir siendo un asunto enteramente mexicano. Desde la perspectiva mexicana, la aparente insensatez de la IM –propuesta de la cual el público no conoce más que el cascarón- empieza a tener una explicación más lógica, aunque no mejor, si se supone que su objetivo no es sólo aumentar los recursos mexicanos para luchar contra un crimen cada vez más organizado y atrevido, sino otro más implícito, y no enteramente distinto del que llevó a Benito Juárez en los aciagos tiempos de 1859 a firmar el Tratado MacLane-Ocampo, o a Carlos Salinas proponer a Washington, ciento treinta años después, un tratado de libre comercio. En ambos casos no sólo se buscó conseguir recursos sino, sobre todo, asegurar el apoyo norteamericano para el régimen que suscribió los respectivos acuerdos.

Como se recordará, en virtud del tratado de 1859, México cedía aspectos importantes de su soberanía territorial a Estados Unidos –derecho de paso a perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec, entre otras cosas- pero en sus cláusulas políticas comprometían al Gobierno de Washington a ir en ayuda del Gobierno liberal si éste estaba en peligro. Y aunque finalmente el tratado no fue ratificado, su espíritu funcionó, pues los conservadores fallaron en su ataque a Veracruz en parte porque un buque de guerra norteamericano impidió que entraran en acción los barcos adquiridos por los conservadores en Cuba. Carlos Salinas, con una economía en crisis y una legitimidad destruida por el fraude electoral, terminó por ser presentado como “gobernante modelo” por los medios norteamericanos gracias, sobre todo, a su iniciativa para integrar a México a la economía norteamericana.

Hoy, un Felipe Calderón que llegó muy cuestionado al poder ha propuesto a Washington un camino para integrar más a México al sistema de seguridad norteamericano. En unos Estados Unidos donde la anterior gran propuesta mexicana, la de un acuerdo migratorio que beneficiara a millones de trabajadores sin documentos, fue rechazada de manera rotunda y humillante, la IM ha logrado despertar entusiasmo. Cuando la IM entre en acción se habrá dado un paso grande en la centroamericanización de México, pero es difícil que realmente logre lo que se propone: la reconstrucción del sistema legal y de seguridad mexicanos. La crisis de la SCJN es sólo la punta del iceberg de un sistema jurídico corrupto hasta la médula e irreformable en el corto plazo.

Sin embargo, lo que sí puede lograr de inmediato la IM es crear un gran capital de buena voluntad norteamericana para Calderón y su Gobierno, lo que no es poca cosa. Un mínimo de sensibilidad histórica muestra que la IM va a contrapelo de lo que ha sido el sentido de la relación entre nuestro país y el poderoso vecino del norte, es decir, un intento sistemático por mantener y ampliar la independencia relativa de México pues, a pesar de la gran asimetría de poder entre los vecinos, este afán resulta vital para nuestros intereses. De ahí que la IM no es resultado de la acción de idiotas con iniciativa sino la de maquiavélicos con mucha iniciativa y poco sentido de la soberanía.

LA LINEA ROJA DE AMLO: Los Hidrocarburos
POR ALFREDO JALIFE-RAHME
(Exclusivo para Voces del Periodista)

EL 18 de noviembre pasado, pese al fragante y primitivo boicot de los multimedias locales, controlados por el neo-sovietismo panista, AMLO lanzó la mayor jugada política en el tablero de ajedrez nacional que marca desde ahora la pauta de dimensiones históricas de lo que será la política nacional.
AMLO deja atrás el monotema del consabido fraude y encabeza la cruzada nacional histórica para defender la soberanía energética de México, la cual considera la "última batalla" del México moderno, algo así como lo su segunda independencia.
De cierta manera, la insistencia de AMLO por su movilización pacifista le propinó el golpe de gracia a toda la monotemática del fraude, cuando todas las instancias legales han sido agotadas. Por que la única manera suficiente para superar el encono del fraude no pasa precisamente por la vía pacifista sino por la simple y llana insurrección nacional, al tiempo que coqueteaba con las instancias constitucionales de los poderes Judicial y Legislativo.
Paradójicamente, la disgobernabilidad del calderonismo, un régimen mortinato le ha dado nuevos bríos al movimiento ciudadano masivo que encabeza AMLO con diversos temas candentes que van desde la inseguridad, pasando por el desempleo, hasta la premura para rematar los hidrocarburos.
En realidad, el modelo neoliberal plutocrático de México, que se subsume en su degradación foxiano-calderonista, se encuentra quebrado desde hace un cuarto de siglo, es decir, desde el inicio de la experimentación del modelo globalizador pernicioso que hace agua por doquier.
De la propia confesión de Miguel de la Madrid Hurtado, quien, en un acto de lucidez pre-mortem en la ciudad de Puebla, aceptó que el sistema se encontraba paralizado desde hace un cuarto de siglo, es decir, desde el inicio de su propio sexenio grisáceo. En efecto desde hace un cuarto de siglo, México "crece" un mediocre 2 por ciento en promedio: se encuentre el petróleo a 8 dólares el barril, como le sucedió a su fracasado secretario de Patrimonio Nacional, el mal hadado y hoy encargado público de rematar a PEMEX desde la Comisión de Energía del Senado; o se ubique su precio a casi 100 dólares el barril, que no ha sabido aprovechar otro eterno fracasado Jesús Reyes-Heroles González-Garza, el actual director de PEMEX, quien en forma extraña ha sufrido el mayor número de "accidentes" en tan corto tiempo.
Cabe contrastar que el maldito y maldecido por los primitivos medios locales sovietizados, Hugo Chávez esta creciendo este año más del 12 por ciento anual y lleva el mayor crecimiento acumulado de todo el continente americano de los recientes tres años con un 8 por ciento de promedio, gracias a la "carta petrolera", que por cierto desprecia el neoliberalismo conjunto del PRI y el PAN para beneficio exclusivo de las trasnacionales de España y Texas.
En el contexto del gran despliegue de la geopolítica energética global, que ha jugado como nadie el presidente ruso Vladimir Putin, AMLO se suma a una de las grandes jugadas de la estrategia mundial bajo la defensa del petróleo mexicano. Es en este sentido en que habría que colocar su manifiesto energético del 18 de noviembre como la punta de lanza de su "última batalla".
Mas allá de su programa alternativo con una serie de medidas muy factibles para rescatar a PEMEX de las manos de sus peores enemigos, AMLO inició de hecho su nueva campaña presidencial para el 2012, si es que no se adelanta en el 2009, debido a circunstancias estructurales que le serán adversas a Calderón, cuando arrecie a mitad del año entrante la recesión de Estados Unidos que golpeará inevitablemente al tambaleante régimen calderonista, que pretende resolver los principales contenciosos en lo "oscurito" en el Senado con acuerdos cupulares, pero ominosamente de espaldas a la Nación.
Quedan claros los respectivos campos de batalla en el que oscilan los dos Méxicos: 1) el putrefacto sistema político que exige sus exequias apresuradas ("el viejo régimen"), que se ha agazapado en el Senado y que pretende excluir a AMLO para luego enterrar a su movimiento ciudadano; 2) el poder ciudadano en plena efervescencia desde el desafuero que le fue propinado a AMLO por el foxismo y por las mismas fuerzas camarales del PRI y el PAN.
Desde el punto de vista estructural (Léase: la recesión norteamericana y el concomitante marasmo calderonista) los dos años que vienen corren a favor de AMLO, quien no solamente no ha podido ser destruido ni por el desafuero, ni el fraude electoral, ni las micro conspiraciones de alcoba, si no comienza a refortalecerse de nueva cuenta, mientras el fatídico cronograma político corre en contra de la alianza neoliberal del PRI y el PAN ( a la que parecen desear incorporarse algunos sectores de la antigua oposición.)
Sería insensato que los estrategas del putrefacto sistema político mexicano, quienes solamente apuestan al entierro político de AMLO para poder renacer, no se percaten de ello, por lo que les apremia más que nunca poner en remate a PEMEX para intentar salvarse de la hoguera financiera global.
La singular intuición política de AMLO ha percibido correctamente la corriente histórica global que le favorece y el cronograma político local que corre también a su favor en las calles de México, como fue notoria la magna concentración de simpatizantes 16 meses después de su supuesta derrota presidencial.
Si uno se quedase en la falsa geometría cupular (del viejo régimen), AMLO parecería un cadáver viviente. Mucho más cuando se contemplan y se sobredimensionan en los múltimedias sovietizados panistas las deserciones de sus antiguos aliados en el seno del PRD, ya sean gobernadores, senadores, diputados ó dirigentes.
Golpeado sin misericordia por la cúpula del "viejo régimen" AMLO se refugia en su verdadera fuerza matricial: el Poder Ciudadano dispuesto a movilizarse y a capturar el poder bajo el llamado de una gran fuerza telúrica susceptible de sacudir a la nación entera: la defensa de la soberanía energética, lo cual ha sido percibido correctamente por AMLO quien pintó rotundamente su raya roja al pronunciarse sin equívocos en contra de la privatización que planea la Comisión de Energía del Senado donde pululan los fracasados de antaño de un cuarto de siglo (Labastida, Elizondo, Bueno Torio, etcétera.)
Como era de esperarse la línea roja de los hidrocarburos pintada por AMLO puso de inmediato a la defensiva a toda la fauna de los privatizadores clandestinos y primordialmente al foxiano Jorge Castañeda Gutman (medio hermano del venezolano-israelí Andrés Rosental Gutman, ex director de COMEXI, la entidad entreguista de los hidrocarburos mexicanos a las trasnacionales de España, Texas e Israel), quien en un sicótico artículo en el periódico español El País, filtró que los sectores del PRI que favorecen la privatización clandestina de PEMEX, solicitados por Calderón para repartir las reservas en las profundidades del Golfo de México, se estaban rajando para no darle la carta del "nacionalismo petrolero" a AMLO.
Sea lo que fuere, ya empezó la ultima batalla por los hidrocarburos de México, su segunda independencia nacional: una batalla de destino que definirá al México del Siglo XXI. Esto lo ha entendido perfectamente AMLO quien ya pintó su línea roja al haber percibido la profundidad del "nacionalismo petrolero" que epitomiza el emergente Poder Ciudadano. ¿Se atreverán a transgredir la línea roja a costa de su propio riesgo los privatizadores clandestinos del PRI y el PAN condensados en el Senado y estimulados por los intereses plutocráticos que representan Calderón y Reyes-Heroles?.

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